Hugo De Marinis
Otra columna para discutir las maneras de Ernesto Tenembaum. En su nota para “Veintitrés” del jueves 21 se maravilla de cómo el gobierno abandonó a Horacio Verbitsky por su investigación sobre el cura Bergoglio, y el silencio oficial ante la púa vaticana emitida por el portavoz Federico Lombardi.
Dice Tenembaum muchos asuntos en su nota, como la posibilidad concreta – admitamos – de que todo el aspaviento oficial sobre el descubrimiento – “revelación” – de la vocación por los pobres del nuevo Papa más tiene que ver con oportunismo que con posición genuina. El co-conductor de Palabras +, Palabras- , niega con su típico estilo suave pero firme, los trazos de legitimidad de esta última opción. La denegación acompañada por la simplísima y machacona ubicación del kirchnerismo en su totalidad dentro de un colectivo sin fisuras en cuanto al pensamiento, la comparten unos cuantos; llama la atención la creencia unánime en esta perspectiva en comunicadores avispados que se reclaman sinceramente progresistas – como Tenembaum – y la izquierda clasista, como por ejemplo, la de los compañeros trotskistas del PTS. Que el punto de vista de considerar la improbable impermeabilidad mental del adversario provenga de la derecha es lógico porque su proyecto es otro y sus intereses – podría argumentarse – se encuentran en juego. No mentemos el asunto de la funcionalidad: la derecha, los progresistas equidistantes y la izquierda clasista no son lo mismo, aunque a veces coinciden – los clasistas mencionados, nobleza obliga, se esfuerzan en diferenciarse – muchas más en que las que el arco kirchnerista y sus simpatizantes se ponen de acuerdo, v.gr., la minería, los pueblos originarios, las alianzas con gobernadores non sanctos, la exigencia de mayor rigor en las medidas económicas, etc.
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