Rolando Lazarte
Me gustaría decir algunas cosas a respecto de la elección del Papa argentino, el primer papa latinoamericano de la historia de la iglesia. Las cosas que digo, las digo como persona, como argentino, y no pueden ser atribuidas de forma alguna, al colectivo católico del que soy miembro.
Solamente quiero decir que me da mucha alegría de que haya un Papa argentino. Confieso que para mí fue una sorpresa. No soy un vaticanista ni nada que se parezca. Soy solamente alguien que, como tanta gente en el mundo, cree que es posible darle un crédito a alguien que acaba de llegar a un lugar de poder.
Quién sabe no sea el pasado la mejor parte de la vida de una persona.
Tal vez su mejor parte esté en el futuro. Esto es una esperanza que me permito cultivar. No pertenezco al número de los escépticos. Tampoco creo que la iglesia, que se fue muy lejos del evangelio y de Jesús, tan lejos que no se ven casi puntos de contacto entre la institución eclesial y el mensaje de Jesús, podrá volver a un rumbo que la aproxime de ese mensaje de amor y justicia, solamente por la acción de una persona.
Habrá que seguir trabajando, en todo el mundo, en todas las esferas de acción, desde la vida privada hasta la pública, para que el mundo se transforme en un lugar verdaderamente humano. Y ya para terminar estas breves consideraciones, también digo que si me permito creer, apostar a lo mejor, esto no significa que me quedaré de brazos cruzados esperando que Francisco haga lo que me cabe a mí hacer, en el entorno próximo, y dentro de mí mismo, para alinearme para siempre, hasta el último de mis días y después, con la voluntad de Dios.
Hay mucha hambre, mucha violencia, mucha guerra, mucha indiferencia, mucha falta de amor y de respeto, como para que alguien pueda querer omitirse y echarle la responsabilidad a los demás, sea a alguna persona, o a las instituciones sean cuales fueren. Cada uno tiene su vida, y su posibilidad. Esta es la hora.
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