Introducción de Hugo García, Albacea del Licenciado A. Consomé
Las conductas y sobre todo los enunciados manifestados por nuestros políticos regionales nos fue llevando de a poco a la convicción de que
.
Esta tesis, cuya originalidad reclamo desde ya, queda fundamentada en un conjunto de declaraciones efectuadas por este sector de la sociedad y registradas en medios de comunicación como Radio
. En ese universo de discurso saltan a la vista, hasta para el más miope, incluido Borges, una serie de datos que permiten diferenciar las corrientes de opinión de estos individuos en zonas bien definidas —y definitorias— cuya denominación, efectuada por mí en lucubración lujosa y brillante, supera con amplitud térmica las ya caducas de izquierda/centro/derecha; empresario/trabajador/profesional; radical/peronista; civiles/ militares; revolucionarios/reformistas/reaccionarios; liberales/conservadores…
La tan interesante y nueva tipología responde a la analogía que se registra entre sustancias que por pocos centavos de la moneda nacional corriente podríamos adquirir en cualquier ferretería de barrio y las personalidades del político. Hay algo de esas sustancias que se inserta y compenetra en la carne de estos individuos de modo que a partir de la plena fusión se produce esa gran transformación que diferencia a ese político de cualquier otro mortal, o inclusive de él mismo poco antes de iniciarse esta catálisis puramente químico-orgánica.
La tipología en cuestión responde a estos parámetros:
• político
corcho : no sabemos cómo hace ni de dónde saca sus facultades, o por cuál de los factores de la suerte, este tipo supera generalmente la adversidad cuando tiene la mala pata de quedar pegado a alguna
desprolijidad grosera, a algún cambio de timón que lo desubica, a un cese de funciones o cualquier otro cataclismo que lo expulse del terreno de juego. Con la misma velocidad mediana del corcho que va ascendiendo del fondo cuando lo hundimos en una tina de experimentación, estos políticos van emergiendo paulatinamente, y al poco tiempo —cuando la memoria global ha reducido los efectos nacidos en los episodios generatrices— vuelven a
flotar y regresan mansamente a transcurrir sus navegaciones entre las procelosas aguas del océano de la política y la civilidad. Ahora bien, si no fueren tiempos propicios para él y sea manifestación del destino que no debiera correr más esa carrera porque “la hora de la verdad ha llegado”, resulta ser el político
corcho un tipo muy duro de borrar de la faz de la tierra, puesto que su condición natural le permitirá aparecer y reaparecer con intermitencias diversas a lo largo de la historia del país. Omito ejemplos para evitarles trabajo a los amigos abogados.
• político
madera : como todos conocemos hay extensa variedad de maderas tanto por densidad como por estructura, e inclusive por funciones estéticas o utilitarias, lo cual asimismo sucede con este tipo de político. Por tanto, ya podremos ir concluyendo que la diferencia específica no está centrada en su dureza o maleabilidad, ni en su belleza o rusticidad, como así tampoco en su destino de adorno, decoración o pedestal. El punto de reunión de esta clase reside en su condición natural de sustancia combustible propensa a la ignición, circunstancia esencial que lleva al político
madera a ir generando acciones frecuentes que acumulativamente deterioran su imagen, su obra y su trayectoria. Es decir, son los que
se van quemando con lo que dicen, hacen o piensan. Y aquí también la combustibilidad de las diferentes maderas posibilita armar un sistema para estos políticos: están los que se van abrasando lentamente a lo largo de su vida política de modo que disimulan lo quemado como si fuera un estético tostado de temporada, también existen en el otro extremo de este muestrario los que se inflaman al instante y se chamuscan para toda la cosecha o tienen la suerte de contar con algún cuerpo de bomberos que les permita llegar hasta el próximo incendio, no faltan inclusive los que se combinan armoniosamente y en su medida con una piel de amianto que los aísla de toda quemazón. Las cenizas de estas leñas ciudadanas son las más volátiles de la historia crítica y quedan exclusivamente para el anecdotario académico o barrial, según el porte de las mismas.
• político
goma : dada la particular cualidad elástica y ultraflexible de esta sustancia nacida en el caucho, resultan ser los políticos de la oposición a los gobiernos de turno (siempre y cuando no sea un Poder Ejecutivo de facto) los más conspicuos representantes de esta categoría, aunque en rigor de la verdad científica debe decirse que a algunos les queda el hábito de por vida, de tal modo que si — en una de esas cosas arrevesadas de los itinerarios cívicos de nuestro país— este personaje que había sido opositor se transformara en oficialista proseguirá con su condición replicadora. Merced al talante de la goma, este tipo se caracteriza porque choca y
rebota contra las palabras que ha salido a contradecir de modo instantáneo, cuasi automático, a veces con la rapidez de la pelotilla de tenis, a veces con la violencia de la pelota vasca. Pero lo cierto es que está allí, todo su estado latente de rebotadura listo y preparado para saltar y brincar con contundencia contra el primer paredón de palabras que considere dignas de choque. Hay algunos político
goma que reúnen una serie de extraordinarias facultades oratorias, discursivas y carismáticas que son tácita o expresamente seleccionados por sus comandos en jefe para transformarse en los voceros oficiosos y cotidianos del peregrinaje cívico y ciudadano en las tremebundas arenas políticas. Según la óptica metodológica de estos análisis podría llegar a considerarse que esta clase de políticos podrían ser denominados también político
resorte , aunque el tema es aún para debate académico.
• político
piedra : en este caso, la tipología subraya otra modalidad de supervivencia en estos individuos, y ahora caracterizada por ese estado típicamente mineral de las rocas: la rigidez, la compactación, la firmeza, en síntesis: la dureza por antonomasia. No se puede negar que la existencia estática también señala el peculiarismo de estos objetos, por un lado, y de estos políticos, por otro. Como si fueran reales peñascos estos individuos prolongan silenciosa e inamoviblemente sus mandatos y sus funciones gubernamentales, permanecen inmutables, casi ajenos, a la realidad que los circunde, por más flagrante que esta sea. Encorsetados en su idiosincrasia resisten todo embate, todo proceso, todo cambio. Si bien la química que han operado es orgánica se hace mucho más notable su cualidad de político
piedra en la
dureza de su cara, esto es: son los profesionales del caradurismo. Y si bien en el habla popular van asociados
caradura y sinvergüenza, aquí en honor a la verdad no podríamos asociar este segundo término con estos individuos, puesto que esos rostros hieráticos no han manifestado aún, en toda la historia de nuestro país signo alguno que exprese o posibilite la sospecha, aunque fragmentaria, de una pizca menor de sensación personal, o estados de ánimo alguno. ¡Una piedra!
• político
acero : en realidad podría ser considerado una subclase, o bien una variante próxima del caso anterior, ya que los une una esencia fundante de sus gestiones civiles: la insensibilidad. Pero no está allí el estilo específico de estos individuos, que superan notablemente al anterior en la perdurabilidad en sus sitios, cargos, funciones o delegaciones. Aquí se basa su virtud en la permanencia, superior a cualquier otra sustancia o político. Permanencia que puede tomar variados formatos y modalidades, ya que resulta un tanto más dinámico que el político de la clase anterior y por cierto, más duradero, pues la piedra —sabemos todos— se horada con la paciencia del agua o se rompe ante un impacto violento. En cambio, esta clase de individuos perdura muchísimo cabalgando entre su robustez y su agilidad, lo cual lo va llevando por variados escenarios y trabajos mientras suma años y décadas a su currículum. Visto así, se parece al político
corcho , pero la gran diferencia es que éste sufre embates varios, en cambio el político
acero, y gracias a la fortaleza de su sustancia, no sólo puede neutralizarlos sin perder su estabilidad sino que además puede salir dañado quien lo intente. Capítulo especial merecería el político de
acero inoxidable , pero excede este esfuerzo lírico.
• político
plástico : aquí nuestra singular tipología intenta describir morfológicamente a una clase muy fatua de políticos, combinación de oficios, profesiones y tendencias que provienen de ámbitos extraños del mundo cívico. Esta calidad benéfica del material plástico de ofrecer
brillos rutilantes, superficies fúlgidas y sedosas, pero contradictoriamente y al mismo tiempo, poco peso en lo sustancial, breve sostenimiento en el tiempo y un destino poco feliz, nos lleva a concluir que es la sustancia ideal para describir a esta clase de usuarios del espacio civil, que están allí por alguna razón muy poco clara, vinculada seguramente con la coyuntura de momento y con el grado de fama temporal que ofrezca el político
plástico . Así el deporte, la canción popular, la gastronomía, los círculos profesionales y religiosos, el orbe artístico en toda su horizonte, y otros campos que existen en pro de otros destinos y otras finalidades, se transforman en usinas de figuritas, de mayor o menor colorido y simpatía espectacular, para llenar espacios disponibles que pueden ir desde las inocuas posiciones en las listas electorales hasta las peligrosas bancas del parlamento, e incluso hasta el ejecutivo.
• político
cuero : para esta tipificación hemos recurrido a este material orgánico, e inclusive zoológico no tanto por las cualidades intrínsecas de su esencia, sino más que todo por una función social de afanada trayectoria en la historia de la humanidad: un criterio utilitario: desde que se tenga memoria, todo aquel objeto valioso de fácil porte cuando debía ser trasladado se lo ha resguardado de la perdida desgraciada o de la ambición ajena en breves receptáculos de cuero. Los viejos y famosos monederos, sacos y talegos de cuero que portaban doblones, monedas, piezas de a ocho, escudos, perras gordas, maravedíes, o directamente piedras y metales preciosas y preciosos. Ahora con el predominio monopólico del papel moneda, la bolsa devino en
billetera. Y hete aquí el motivo de esta denominación como político
cuero : sus ojos solo tienen como destino el engrosamiento de su billetera con billetes que son generados por todos y cada uno de sus gestos. No hay tarea o esfuerzo que desarrolle que no esté directamente hermanado con la posibilidad de recibir, por derecha o por izquierda porcentajes, descuentos, coimas, gratificaciones, recompensas, subvenciones, pensiones graciables, rentas, donaciones, becas, propinas, regalos, regalías, prebendas, sobresueldos, dietas, viáticos, compensaciones, estipendios…Y la lista resulta corta frente a una de sus cualidades innatas y sobresalientes: ¡el olfato pa’ la guita! Algunos críticos, más llevados por el juego de palabras que por el rigor científico de la morfología y la tipologización denominan a estos individuos como político
chapa .
• político
oxígeno : olvidemos de entrada toda virtud vital de este elemento químico ya que esta denominación se debe exclusivamente a que este tipo de individuos al igual que el oxígeno va para
donde sopla el viento . De singular porte acomodaticio y de discursos empalagosos y ambiguos, cultores ilustres del género discursivo conocido como “sanata”, este tipo de político suele efectuar prolongados viajes por el camino de nuestra historia cívica. Y a veces en coches de primera clase, si no en camarote.(1) De todos modos, esta natural adaptación para aprovechar el impulso neumático de las atmósferas cívicas y capear desde breves brisas hasta tornados crueles, a la larga se convierte en uno de los orígenes de su propio desgaste, puesto que le resulta imposible al político
oxígeno permanecer impoluto pulcro, peripuesto o lechuguino: es que las mismas revueltas, las nubes de tierra, polvo y espanto, los roces forzados por las fricciones de los meneos va desbrillando su imagen, cutis y mirada, y a la década nomás los tenemos más próximos a ser candidatos del servicio de previsión social que de las justas presidenciales.
• político
tinta : es inevitable la abrupta irrupción de la nostalgia cuando se acude a este tipo de individuos, y ello es debido a que cada vez van apareciendo menos representantes en la caterva semicircular de los sillones parlamentarios (no se registran significativas apariciones de este tipo de políticos en las esferas del poder ejecutivo). Su estirpe se va extinguiendo a medida que en relación inversamente proporcional crecen otras tipologías mucho menos letradas, es que el político
tinta conjugaba sabiamente sus extensas lecturas, su prodigiosa memoria y su verba inflamada. De ese crisol maravilloso nacían las fuerzas vivificantes del político orador, del espléndido discurseador, de arengas intensas y clamores vitoreantes. A tal punto el impacto en el auditorio cívico de la tarea escénica que desplegaban que la iconografía los inmortalizó precisamente en ese momento: el brazo exigiendo a lo alto enarbolado, el manojo de textos en la otra mano crispada sobre él, el mentón apuntando a un Norte de promisorio futuro y plagado de laureles. Pero…es un hecho que, como todos, los individuos de esta tipología también dejaron de leer a los clásicos y a los modernos, a románticos y tradicionales, apenas se leen los primeros cinco números de la quiniela vespertina! De esta penosa manera, el político
tinta fue despareciendo progresivamente, viéndose reducido a cero el campo que alimentaba su saber. Solo podría contarse algún que otro caso aislado, de atrevidos que citan equivocada y fragmentariamente a unos asignándoles su autoría a otros, o bien, y esto es lo más luctuoso, el circulo ha quedado reducido a un conjunto de gente de leyes que sólo citan esos legales textos con sus latinajos, barbarismos coagulantes y sintaxis pedorrosa.
• político
vidrio : si el caso anterior entristecía por su carencia necesaria, el presente debería llamarnos a duelo perpetuo, ya que este tipo de individuos parece que quedó extinguido desde hace decenios largos. Y es un dato muy preocupante ya que esta tipología está así denominado puesto que estos son eran aquellos que
se rompen pero no se doblan . Esto es, de una concepción ética irreductible e inembargable, tan intensa y con fuerza de convicción que no había milímetro posible para un desliz, un arreglo, una falluteada. Además de esta conducta de fierro, hallable en estas épocas solamente en la revista
Billiken, el político
vidrio merece este apelativo por otra condición: resultan
transparentes a cualquier mirada. Lloremos pues, sobre las trizas que han quedado en la pisoteada alfombra del devenir cívico nacional.
• político
bronce : por último, un tipo que no se opone a ninguno de los anteriores, ya que todos desean participar de esta tipología, en última instancia poder perdurar de ese modo, estar allí como una imagen sagrada que la feligresía le rinda culto y devoción. Este tipo de individuos se siente convocado por una vocación de perdurabilidad escultórica, y lo que es peor: algunos están convencidos de han nacido para eso y viven arriba de un pedestal imaginario pero distanciador.
(1) Se hace importante recordar a los nuevos lectores del siglo XXI que aquí el Lic. Arístides Consomé se refiere a dos modalidades de vagones de un viejo sistema de transportes que existió en nuestro país y que se los reconocía como “trenes”. A veces, en algún parral de la zona, suele verse alguna vía devenida en viga de la misma. [N. del Albacea]
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