domingo, 28 de julio de 2013

El cielo ya no es propiedad de Nuestro Señor: pertenece a naciones poderosas

Alfredo Saavedra

La noción del espacio aéreo como territorio bajo la soberanía de las naciones que lo reclaman, sigue sin una definición legal y está bajo el arbitrio de las naciones que se consideran cubiertas por esa dimensión, sin posibilidad de tener medidas específicas, lo que ha dado lugar a la controversia sobre el uso aéreo de esa proporción etérea.

La concepción metafísica de la creación del cielo por un creador que se adjudicaría el derecho sobre el mismo, se ha visto desprestigiada al determinar que el denominado Padre Eterno, propietario de ese “territorio” ya no es más dueño del mismo, ahora que con los recientes sucesos se ha establecido que sus legítimos propietarios son los estados que están cubiertos por esa inasible dimensión.

Se verán frustrados de esa forma los creyentes de las religiones que esperan tener acceso a ese cielo, incluyendo a los islamistas que han rendido sus vidas en aras de ganarse la gloria de poseer unas cuantas docenas de vírgenes que suponen les aguardan ansiosas al sacrificio de sus hímenes en ese fantasioso espacio. Los cristianos por su parte ya no ganarán la promesa de ese cielo para vivir una eternidad de descansado ocio.

Vienen estas ocurrencias ahora que se sabe que ese cielo, que no es azul ni es ningún cielo, como dijera un poeta, tiene propietarios en la tierra. Concepto de propiedad del que se tiene noticia hoy que en fecha reciente el presidente de Bolivia, Evo Morales estuvo en peligro de perecer, cuando los propietarios de las parcelas de ese cielo por donde viajaba en avión, no le permitían descender a tierra firme por volar sobre una propiedad que no le pertenecía.
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Todo porque los prohibicionistas de ese derecho sospechaban que en ese avión viajaba el ahora enemigo número uno de los Estados Unidos, Edward Snowden, revelador de maniobras turbias de la gran poderosa nación. Revelaciones en servicio incluso de las naciones comprendidas en el conjunto de Francia, Italia, España y Portugal, que sumisas a los imperativos de la gran nación del norte, hacen de centinelas en el contexto del escándalo que se promovió con la acción del mencionado.

Conforme los acuerdos internacionales, el derecho del espacio aéreo (es decir del cielo) está determinado por los derechos de las 200 millas de mar territorial que en orientación vertical y sobre una distancia de 80 millas de altura, establecen el espacio sobre el cual tienen soberanía las naciones respectivas. Pero resulta que aunque se considera que el espacio aéreo no demarcado por las medidas adjudicadas a cada nación se tiene por espacio internacional, como ocurre con las aguas de los océanos, eso aunque así pueda ser en el Atlántico, bajo la potestad de las grandes naciones ya mencionadas, no lo es en el mar Pacífico, bajo el dominio en su mayor parte por los Estados Unidos, según lo señala una fuente del Internet que al mismo tiempo aclara que no se ha llegado a establecer términos de un acuerdo internacional para fijar de forma definitiva los límites que le pertenecen a cada nación sobre ese inefable cielo tan peligroso de usar si no se tiene el permiso correspondiente.

La Quinta Pata

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