Alfredo Saavedra
La noción del espacio aéreo como territorio bajo la soberanía de las naciones que lo reclaman, sigue sin una definición legal y está bajo el arbitrio de las naciones que se consideran cubiertas por esa dimensión, sin posibilidad de tener medidas específicas, lo que ha dado lugar a la controversia sobre el uso aéreo de esa proporción etérea.
La concepción metafísica de la creación del cielo por un creador que se adjudicaría el derecho sobre el mismo, se ha visto desprestigiada al determinar que el denominado Padre Eterno, propietario de ese “territorio” ya no es más dueño del mismo, ahora que con los recientes sucesos se ha establecido que sus legítimos propietarios son los estados que están cubiertos por esa inasible dimensión.
Se verán frustrados de esa forma los creyentes de las religiones que esperan tener acceso a ese cielo, incluyendo a los islamistas que han rendido sus vidas en aras de ganarse la gloria de poseer unas cuantas docenas de vírgenes que suponen les aguardan ansiosas al sacrificio de sus hímenes en ese fantasioso espacio. Los cristianos por su parte ya no ganarán la promesa de ese cielo para vivir una eternidad de descansado ocio.
Vienen estas ocurrencias ahora que se sabe que ese cielo, que no es azul ni es ningún cielo, como dijera un poeta, tiene propietarios en la tierra. Concepto de propiedad del que se tiene noticia hoy que en fecha reciente el presidente de Bolivia, Evo Morales estuvo en peligro de perecer, cuando los propietarios de las parcelas de ese cielo por donde viajaba en avión, no le permitían descender a tierra firme por volar sobre una propiedad que no le pertenecía.
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