Ramón Ábalo
Estábamos siendo medio pesimistas en torno a que se reinicien en esta jurisdicción de la justicia federal, antes del fin del año corriente los juicios contra los genocidas del ‘76, y de antes también, como asimismo de sus cómplices civiles tales los casos de los ex-jueces Miret, Romano, y otros más. De ninguna forma los organismos humanitarios, celosos y firmes militantes de que no haya nada que interrumpa lo que tanto ha costado, como lo es la concreción mediante los juicios de memoria, verdad y justicia, que desde nuestra inquietud se vislumbrara una crítica a la judicatura responsable, o sea jueces, fiscales, fiscales oficiales, miembros del tribunal, los que sin excepción, son expresión de una conciencia jurídica en la que impera la concepción de que la aplicación de la ley debe ser para que nunca más, es decir que nunca más la Argentina, Latinoamérica, el mundo todo, sean territorios de genocidios por fuerzas oscurantistas que hacen culto de la discriminación, del color de la piel, del poder económico hegemónico, que es poder mal habido, como lo es el capitalismo.
Una de las causas es la de Roberto Vélez, ex preso político, contra Enrique Gómez Saá, quien fuera el segundo jefe de inteligencia del III Cuerpo de Ejército. Vélez lo acusa de su privación abusiva de libertad y de torturarlo. Este genocida aún anda suelto pese a que desde los organismos se lo tiene como tal desde siempre. Este cuarto juicio a iniciarse, que sería a partir del próximo 11 de septiembre, como se ha anunciado en el ámbito del juzgado federal, incluirá a decenas de causas más, decenas de incriminados y también decenas de testigos. Según también lo trascendido, es posible que se incluya la causa de Otilio Romano una vez que se logre su extradición de Chile, donde pretendió obtener asilo político que la justicia del país trasandino le ha rechazado firmemente por lo que no escapará a la justicia de nuestro país.
Un prófugo menos
Más de uno, como Otilio Romano, pusieron distancia de la justicia para eludir las penas que les corresponde por haberse comprobado que formaban parte de los genocidas del ‘76. Uno de esos ha sido Miguel Colicigno, un ex comisario de la bonaerense que estaba prófugo desde octubre del 2011. Fue detenido durante un allanamiento realizado al domicilio de un familiar en la ciudad de La Plata y fue trasladado a la cárcel de Marcos Paz.
Durante 1976, Colicigno fue jefe del centro clandestino de detención y tortura conocido como Protobanco o Cuatrerismo, que funcionó en el Camino de Cintura y Autopista Riccheri, de la Matanza. El juez federal Daniel Rafecas, quien está a cargo de la investigación, le imputó a Colicigno, entre otros delitos, la tortura y posterior muerte de Jorge Marcelo Scelso, y la responsabilidad por el asesinato de Ricardo Vázquez quien, luego de ser sometido a brutales torturas, murió en una celda del centro clandestino.
Un ex-coronel detenido
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