Évelin Torre
”La condición de la prensa en Argentina muestra diarios ricos y trabajadores pobres. Con esta ley vamos a modificar esa realidad” afirmaba el presidente Juan Domingo Perón al presentar al parlamento el texto del proyecto de estatuto del periodista profesional, en el año 1946. Hoy, casi siete décadas después, los medios resultan cada vez más ricos y los periodistas siguen igual de pobres.
Por ello, al estancarse las discusiones en la comisión paritaria que negocia un acuerdo salarial, el sindicato de prensa de Mendoza inició un plan de lucha con distintas actividades. Hubo movilizaciones, una olla popular y se ratificó un paro de 48 horas para los días viernes 12 y sábado 13, en reclamo de sueldos dignos y el cumplimiento de lo que marca el convenio colectivo de trabajo. La votación en las redacciones tuvo amplia adhesión e iba a concretarse en algunos medios incluso con ausencia en los lugares de trabajo.
Y es que según el convenio17/75 que rige la actividad en Mendoza, un redactor debería ganar $8.966, situación muy alejada de la realidad pues en promedio están cobrando $4.800 y las patronales sólo han ofrecido pagar $5.382, mientras que en el resto del país el sueldo de los redactores ronda los $7.033, números que dan cuenta de que el reclamo de los trabajadores nada tiene de caprichoso.
Sin embargo, en la tarde del jueves, el ministerio de trabajo de la nación dictó la conciliación obligatoria, medida que regirá por 10 días y obliga a las empresas a llevar una propuesta a la mesa que supere la negativa reiterada que hasta ahora se les dio a los periodistas y demás empleados del rubro nucleados en el sindicato de prensa.
Ante el inminente freno en las redacciones algunas empresas ofrecieron un acercamiento a las exigencias -que no son otras que las establecidas por ley- que a largo plazo se aproximaban, recién en febrero del año que viene, a un sueldo parecido a lo que establece la escala B de la federación argentina de trabajadores de prensa (Fatpren) para setiembre de este año. Todo ello bajo el pobre (y viejo) argumento de que si se les paga lo que corresponde a los periodistas, los diarios tienen que cerrar porque no podrían sostenerse como empresa. Los trabajadores rechazaron el planteo y ratificaron su intención de paro.
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