domingo, 22 de diciembre de 2013

El último voluntario canadiense en filas republicanas de España

Alfredo Saavedra

A la edad de 96 años murió el mes pasado el último voluntario de la brigada canadiense que peleó en las filas republicanas durante la guerra civil en España, hace 75 años, dentro de un proceso de solidaridad internacional, para salvar al gobierno legítimamente electo de la República, contra la agresión del fascismo encabezado por Francisco Franco, con el apoyo de los gobiernos bajo la insignia nazi, de Adolfo Hitler, de Alemania y Benito Mussolini, de Italia.

Jules Paivio, de 19 años para 1938, fallecido hace un mes en su natal ciudad de Sudbury, en la provincia de Ontario, se unió a la brigada de 1,600 hombres y mujeres canadienses, que partieron hacia la península española, para apoyar a los patriotas republicanos que luchaban por defender a su gobierno democrático, en condiciones difíciles de resistencia ante el poderío nazi-fascista que con aviones, tanques y soldados alemanes e italianos, derrotarían al gobierno instituido que aspiraba a establecer un sistema revolucionario de beneficio para las mayorías oprimidas en España, en un esfuerzo progresista ejemplar en el continente europeo.

Una crónica en homenaje al voluntario Paivio, dice que el joven tomó la decisión de unirse a la brigada canadiense, inspirado por los principios de reivindicación que alentaban a los republicanos españoles, cuyo gobierno contaba con el apoyo de la mayoría de ciudadanos, representados por la intelectualidad española que favorecía las metas de un régimen que prometía un proceso renovador en la política, con orientación socialista.

La brigada canadiense, con el nombre de Batallón Mackenzi-Papineau, formaría parte de los 40,000 voluntarios de numerosos países, que participarían en una de las gestas modernas, en las que se expuso la solidaridad como un signo de enorme significación en una humanidad que buscaba los derroteros del afianzamiento de la democracia de auténtica raigambre popular, para la consolidación del progreso en servicio de las mayorías. Fue significativa la presencia en esa lucha al lado de los patriotas republicanos, de ciudadanos de varios países unificados por la insignia del socialismo, casi incipiente por entonces en el continente europeo.

Aunque el joven Paivio tuvo que ocultarle a su madre el propósito de su viaje fuera de Canadá, no lo hizo así con su padre, a quien por el contrario incitó a que se uniera a la lucha. El progenitor aprobó la decisión del hijo, a quien como escritor dedicó un poema que en algunas de sus líneas decía: “Un hijo que se pierde/ tan joven en la vida/ tal vez para siempre/ deja en mí profunda herida.”

Pero el joven luchador canadiense, por su capacidad y determinación alcanzó el grado de oficial en el frente de combate. Ante la superioridad bélica del enemigo, que comprendía ataques aéreos de la fuerza Nazi, que bombardeaba a la población civil, en ataques como el de la inmortalizada por Picasso, Guernica, los republicanos iban perdiendo fuerza. En esas circunstancias el comando del luchador canadiense fue derrotado y el joven Paivio fue capturado junto con otros combatientes y condenado a muerte, preparada su ejecución, un oficial de sus captores ordenó que se suspendiera ese castigo, por lo que los prisioneros fueron llevados a un campo de concentración donde permanecieron hasta el final del conflicto.

En su retorno a Canadá Paivio se dedicó a la vida normal en su rural población de Sudbury y con los años, en rememoración de sus camaradas de lucha, logró junto a otros veteranos de la guerra en España, que se erigiera un monumento en homenaje a los caídos en la gesta, que en la posteridad sería recordada con admiración por los amantes de la libertad y la justicia. El año pasado le fue otorgada la ciudadanía española al excombatiente, en reconocimiento, según expresaba la declaración, para todos los canadienses que participaron en esa guerra, en defensa del pueblo español en los días duros que le tocó vivir en ese pasado histórico.

La líder comunista Dolores Ibarruri, dijo el día que salieron para Canadá los voluntarios combatientes: “Ustedes dieron todo, sacrificando la compañía de sus padres, madres, esposas, esposos e hijos, para unirse a nuestra causa. Dijeron ustedes al venir: Aquí estamos por la causa de España, que es nuestra causa, la causa del avance y el progreso. Gracias a todos ustedes, héroes representantes de la esperanzada humanidad”. (Base de información: Revista Maclean’s)

La Quinta Pata

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