domingo, 13 de abril de 2014

Bagual: más que un caballo.

Eduardo Paganini (Baulero)

Las precisiones acerca las hipótesis científicas sobre el origen de las palabras suelen poseer valiosos ingredientes que permiten revivir sentidos ocultos en cada palabra, es verdad que también a veces despierta pasión favorable solo en el círculo de interesados. Pero aquí podemos asistir a una interesante y rica historia de libertad individual y grupal que merece —como lo hacen otros países— su estatura mítica y una colección fílmica propia, de modo que nuestro Bagual pasara a ser tan famoso como el indio Gerónimo.
El material ha sido facilitado oportunamente por la Biblioteca Pública Mauricio López de la ciudad de Mendoza a quien reiteramos nuestro agradecimiento.

Con el significado de ‘salvaje’, ‘montaraz’, o con la acepción registrada por el Diccionario de la Academia Española de ‘bravío’, ‘feroz’, ‘indómito’, la voz bagual tiene entrada relativamente tarde en la documentación colonial. Al parecer, es en un documento de 1696 del Archivo de Tribunales de Córdoba, publicado por Grenón[i], donde se ve primeramente aplicado este término al caballo cimarrón que vaga libremente por las pampas.

Se podría creer que esta aparición tardía de un término que tan a menudo figura en la toponimia y en la literatura gauchesca rioplatense, fuera debida a una simple casualidad relacionada con la pérdida de parte de la documentación histórica. Mas yo creo, al contrario, que ello se justifica por el orden de las cosas, en especial por el origen mismo de la voz.

Es cierto que el punto origen no está aun suficientemente aclarado. Azara, por ejemplo, había expresado que “los indios bárbaros querandíes, llamados ahora pampas, habían dado este nombre al caballo cimarrón, lo cual es, sin más, aceptado por Granada[ii]. Y como en su tiempo los indios conocidos por pampas, idénticos según Azara con los querandíes, eran de idioma araucano, aquel autor hace derivar la voz de la “lengua de Chile”. En consecuencia, bagual vendría de cahual, que no es sino la forma araucanizada del español caballo.

Lenz[iii], en cambio, no acepta, y con razón, el origen araucano de esta palabra. La derivación dada por Granada es, en su opinión, imposible. Bagual no es término de la lengua de Chile, sino un argentinismo puro. Por esto sugiere Lenz una etimología guaraní. En su concepto podría haberse originado de baquá = cabaquá, término que trae Ruiz de Montoya[iv] con el significado de “corriente, velocidad, fuerza, porfiado”.

Tiscornia, por su parte, en sus anotaciones al Martín Fierro[v], concilia el origen querandí dado por Azara con la etimología guaraní sugerida por Lenz. Y dice que habiendo los querandíes llamado bagualadas a las caballadas cimarronas, de ellos habrían tomado el término los españoles. Por lo demás acepta la derivación de baquá = cabaquá, lo que equivale a reconocer que los famosos querandíes hablaban guaraní.

Las opiniones resumidas por Tiscornia adolecen de inconvenientes serios. En primer lugar, ya no puede dudarse hoy día de que los indios querandíes eran pámpidos y recolectores, y por lo tanto racial, cultural y lingüísticamente distintos de los guaraníes. En consecuencia, si la voz bagual es de origen querandí, no puede al mismo tiempo pertenecer a la lengua de los guaraníes. Luego la derivación de cabaquá parece un tanto forzada, sobre todo si se considera el sentido bastante distinto que a ambos términos atribuyen los autores.

Pero tampoco es probable que fueran los querandíes quienes llamaran bagualadas a las manadas de caballos cimarrones. Dejando de lado el hecho de que bagualada tiene terminación española, y por lo tanto no puede haber sido impuesta por los indios en esta forma, tenemos que la documentación del primer tercio del siglo XVII menciona diversamente el ganado montaraz que vagaba por las pampas, y en ningún caso se le aplica el calificativo de bagual o bagualadas, mientras que este hubiera sido sin duda el caso, de ser estos nombres los que los españoles tomaran de los indios. Recordemos que los querandíes estuvieron en contacto con los españoles desde los primeros tiempos de don Pedro de Mendoza, es decir, desde 1536. Y que los caballos cimarrones ya constituían grandes manadas a fines del siglo XVI, poco después de la segunda fundación de Buenos Aires. Parece lógico admitir que si los españoles tenían necesidad de adoptar el término indígena para calificar al ganado cimarrón, lo hicieran ya en los primeros tiempos. En cambio, la documentación de la primera época no aplica para nada el término bagual al ganado que vagaba libre por las pampas.

Por ejemplo, el gobernador Valdés y de la Banda, en una carta del año 1600, habla ya de la gran “cantidad de yeguas y caballos” alzados que habían quedado de los pocos que dejara Mendoza “en la campaña de esta tierra”, es decir, en la zona de Buenos Aires. También Hernandarias, en documento de 1616 se refiere a la “gran suma de ganados cimarrones y retirados” que habían sido hallados en la zona de Santa Fe. Y don Diego de Góngora menciona, en 1619, los “caballos y toros cimarrones, que hay muchos en estos campos”[vi]. Ni en uno ni en otro de estos documentos figura, como se ve, el término bagual aplicado al ganado cimarrón. Y de la misma manera proceden los demás documentos de la época.

De acuerdo con estos antecedentes creo que no se puede afirmar que los que bautizaran al ganado cimarrón con el nombre de bagual fueran precisamente los querandíes. De haber sido ellos los bautizadores, es indudable que esta voz aparecería, con el referido sentido, ya en la numerosa documentación del primer tercio del siglo XVII. En cambio vemos que, por la época, cuando se aplica un calificativo al ganado alzado, éste es el de “cimarrón”. Lo que indirectamente nos señala que la voz bagual no se empleaba aún en el sentido que posteriormente tuvo.

A mi modo de ver, existe una relación directa entre la voz bagual, aplicada al ganado cimarrón, y el nombre de un cacique querandí o pampa que en el primer tercio del siglo XVII tuvo una destacada actuación en los acontecimientos de la época. A esta relación aludió ya Tiscornia, aunque suponiendo que el cacique en cuestión tomara su nombre del ganado cimarrón, mientras que todo induce a suponer que fuera de manera inversa; es decir, que el nombre del cacique pasara a sus indios y luego, por extensión, a los caballos que, como estos indígenas, preferían a la vida doméstica la libertad de los campos.

Para ver bien eso, será necesario hacer un poco de historia. En el Repartimiento de los indios de la región de Buenos Aires llevado a cabo por Juan de Garay el 28 de marzo de 1582 entre los pobladores de Buenos Aires, figura un cacique Bagual el que, “con todos sus indios”, fue encomendado en Cristóbal Altamirano. En un trabajo reciente[vii] he tratado de demostrar que este cacique, junto con otros 16 del mismo repartimiento, pertenecía a la unidad étnica que los españoles del siglo XVI conocieron por querandíes, y los del XVII por pampas.

El nombre Bagual no es, pues, de origen guaraní, sino querandí o pampa, cosa completamente distinta. Se ve ello por el hecho de que los guaraníes de la época, que habitaban las islas del delta del Paraná, habían dado un nombre distinto, perteneciente a su propia lengua, a los principales caciques no guaraníes con los que habían entrado en contacto. De esta manera, el nombre que daban los guaraníes al cacique Bagual, era el de Nymtí, como consta del Repartimiento de Garay[viii]. Bagual era, pues, el nombre que este cacique a sí mismo se daba, y en manera alguna es de origen guaraní. Por lo demás, entre los indios pampeanos — no guaraníes -— son bastante frecuentes los nombres de persona en [sufijo] –al . Así, ya en 1584 se menciona a un indio de esta estirpe llamado Cayacal[ix]. Osal, Docnoyaal, Ullicayal e Inacayal son nombres de indios pampeanos con la misma terminación.

Por su naturaleza, estos indios eran cazadores y recolectores pámpidos que vagaban por la inmensa llanura desde el cabo San Antonio hasta el pie de las sierras meridionales de Córdoba. Gran parte de ellos fue encomendado en vecinos de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Pero los derechos y deberes de la encomienda resultaban ilusorios, si los indios seguían en su antiguo modo de vida. Por esto los pobladores agraciados con la encomienda trataron de reducir a vida sedentaria a estos indios nómades de la pampa.

Desgraciadamente, la mayor parte de la documentación de los primeros veinte años de la ciudad de Garay se ha perdido, e ignoramos por ello el éxito de esta empresa. Mas hubo de ser muy exiguo, pues de los 17 nombres querandíes contenidos en el acta de Garay, el del cacique Bagual es el único que ha pasado a la documentación del siglo XVII. Posiblemente se tratase también del mayor o más conocido de los caciques de este grupo de pampeanos, pues él es también el único de los 17 que lleva, junto con su nombre indígena, apodo guaraní.

Lo cierto es que un documento de 1604 menciona al cacique Bagual y a sus indios como habiendo abandonado el paraje de su reducción, en donde habían sido asentados por orden del gobernador, y vuelta a la vida libre de las pampas. Pero lo interesante del caso es que esta fuga no era la primera, pues el documento a que aludo dice expresamente que “otras veces lo han hecho”. El teniente de gobernador, capitán Tomás de Garay, que es quien firma el documento, atribuye esta pertinacia de nuestros indios en volver a la vida libre del campo, al hecho de no haber sido castigados las veces anteriores en que se habían fugado[x].

Asentados de nuevo, pronto se vuelven a escapar. Por varios documentos de 1610 sabemos que los indios de Bagual formaban parte de una nutrida partida de indios pampeanos que habían matado a 9 españoles sobre el camino a Córdoba, y cometido numerosas otras fechorías. Una expedición salida en su busca bate a nuestros indios, y los trae de nuevo a los alrededores de la ciudad[xi].

Poco después se hallaba en Buenos Aires el Oidor Alfaro en viaje de inspección. Trató con el cacique Bagual sobre la manera de asentarlos de nuevo, y una de las llamadas Ordenanzas de Alfaro hace referencia a la reducción que “ba haziendo Bagual en el rrio de Luxán”[xii] .

Tampoco hubo de ser de gran duración ese nuevo asentamiento, pues la reducción del río de Luján desaparece poco después. Los indios de Bagual dejaron sin duda la reducción y se refugiaron de nuevo en el campo. Pero fueron nuevamente apresados, pues en un documento de 1622 vemos que el gobernador Diego de Góngora había visitado su reducción en 1619, la cual se llamaba San José de Baguales y estaba sobre el río de Areco, es decir, bastante lejos del lugar de su reducción anterior. Y buena prueba de este amor por la libertad del campo, es el hecho de que al regresar de su visita a las llamadas “ciudades de arriba”, el gobernador Góngora se encontró con la reducción desierta, pues se habían escapado de nuevo los indios baguales. El gobernador trató de reunirlos nuevamente, les construyó iglesia y les dio un franciscano como doctrinante.

Y tampoco fue esta su última escapada. Al término de su gobierno, en 1631, el gobernador Céspedes presentaba un alegato al Cabildo de Buenos Aires, en el cual hacía méritos de haber “reducido a paz y obediencia al cacique Bagual y a sus indios que estaban alterados y levantados…”. Este nuevo levantamiento o fuga hubo de haber acaecido entre los años 1626 y 1631, años en que gobernó don Francisco de Céspedes.

Estos reiterados abandonos de las reducciones hubieron de continuar durante el siglo XVII. Todavía en un Cabildo Abierto que se celebra en Buenos Aires el 10 de mayo de 1672 se alude a la fuga que habían hecho los indios baguales del lugar de su reducción. Y es precisamente este continuo estar alzado, esta preferencia indómita por la libertad de las pampas que muestran tener los indios que los españoles, según una arraigada costumbre, conocieron por el nombre de su cacique y llamaron
baguales, lo que hubo de llegar a ser proverbial durante la primera mitad del siglo XVII. Y como el ganado cimarrón mostraba poseer esa misma pasión, nada más lógico que admitir como muy probable que el nombre que los españoles dieron a la indiada alzada pasara poco a poco a designar también al ganado libre que estaba en la misma situación.

Resumiendo. La voz bagual no es de origen guaraní, ni fue dada al ganado cimarrón por los querandíes, de quienes lo habrían tomado los españoles. Documentalmente consta que antes de que fuera aplicado al ganado alzado, se empleaba ya como étnico, con el que se conocían unos indios que continuamente estaban también en situación de alzados. El nombre de estos indios no derivaba empero de esta condición de alzado, sino del hecho de que su cacique se llamaba así, en su propia lengua, la que no era guaraní, sino querandí o pampa. En consecuencia, parece tratarse de un simple traslado del nombre que tenían unos indios montaraces, a las manadas de ganado libre que como ellos vagaban por las pampas. De esta manera se explica la aparición relativamente tardía de esta voz que me ha ocupado.

[i] Grenón, Inventario filológico, en “Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas”, Nº 13 y 14, p. 110.
[ii] Ver D. Granada, Vocabulario rioplatense razonado, 2ª ed., Montevideo, 1890.
[iii] R. Lenz, Diccionario etimolójico de las voces chilenas derivadas de las lenguas indíjenas americanas, Santiago de Chile, 1905-1910.
[iv] Ruiz de Montoya, Tesoro de la lengua guaraní, ed. Platzmann, Leipzig, 1876.
[v] Buenos Aires, 1925.
[vi] Ver E. A. Coni, Contribución a la historia del gaucho, en “Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas”, XVIII, pp. 50 y ss., Buenos Aires, 1934-35.
[vii] S. Canals Frau, Los indios del distrito de Buenos Aires según el Repartimiento de 1582, en “Publicaciones del Museo Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras”, serie A, pp. 33 y ss., Buenos Aires, 1940.
[viii] Para esta cuestión ver mi trabajo citado, p. 17.
[ix] Según documento existente en el Archivo General de la Nación publicado privadamente por F. F. Outes.
[x] Registro Estadístico, II, 27. Buenos Aires, 1860.
[xi] R. H. Marfany, El indio en la colonización de Buenos Aires, p. 25, Buenos Aires, 1940.
[xii] R. H. Marfany, 1. c., p. 29.


Fuente Salvador Canals Frau, Sobre el origen de la voz “bagual” en Anales del Instituto de Lingüística, Mendoza, 1942, Universidad Nacional de Cuyo. Tomo I

La Quinta Pata

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