Carlos Almenara
Recientemente periodistas de AP (Associated Press) revelaron una operación del gobierno de los Estados Unidos para crear una “red social” en Cuba. El llamado “twitter” cubano fue financiado por la USAid (agencia que supuestamente promueve el desarrollo; para diversos gobiernos soberanos, un brazo del Departamento de Estado). Enmascaró la ruta del dinero a través de contratistas norteamericanos y empresas españolas.
Sergio Alejandro Gómez describe con detalle el intento en http://www.voltairenet.org/article183186.html. También hay cobertura en medios cubanos y de otras latitudes.
La evidencia de cómo las agencias estadounidenses promueven “revoluciones de colores” utilizando medios de comunicación tradicionales y ahora también “redes sociales” no es ninguna primicia pero nunca está demás destacar el hecho pues de otro modo se pierde entre argumentaciones equívocas.
Frente a cada nueva situación en que se repite el patrón, la presentación viene a ser algo así como “-efectivamente, sabemos que en el pasado hubo guerra fría, hubo un comportamiento ‘cuestionable’ por parte de los Estados Unidos, pero ahora, ahora frente a este evento, ahora sí podemos afirmar que este es un levantamiento genuinamente popular”. La ilusión puede ser sostenida hasta que se ve la mano del titiritero nuevamente pero para entonces se repite el ciclo y nos dicen “-ayer sí, pero hoy, sí hoy, esto es genuinamente popular”.
Sin discutir la autodeterminación de los pueblos, sin denunciar la permanente injerencia norteamericana en cada uno de nuestros países se produce un debate vacío. La oposición golpista de Venezuela, de Bolivia, de Ecuador, de Argentina es sistemáticamente sostenida por el imperio.
Sigue sin aparecer una derecha vernácula no cipaya. En Argentina, la nueva “esperanza blanca”, el candidato de las corporaciones, Sergio Massa, ya fue a rendir pleitesía a lo peor de la derecha estadounidense. Toda una tradición de entreguismo y genuflexión también se actualiza en este personaje intrascendente.
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