domingo, 13 de abril de 2014

Paro y piquetes de la izquierda de Barrionuevo y Moyano

Ramón Ábalo

Es difícil contabilizar, y en este caso es en vano, a quienes pararon y a los que no lo hicieron en la jornada del jueves último, convocados algunos por una huelga catapultada por la expresión máxima de la mafia sindical en estos momentos en nuestro país. Devienen, Moyano y Barrionuevo, de la llamada burocracia gremial, que tuvo su exponente mayor al Lobo Vandor, peronista de rancia estirpe: (dijo "Para salvar a Perón hay que estar contra Perón”) en los momentos inmediatos del antiperonismo de la Libertadora. Su método de lucha -el del vandorismo- por las reivindicaciones de sus bases, los trabajadores metalúrgicos, era muy simple: lograba que esas bases se lanzaran a la lucha motivadas legítimamente -huelgas y movilizaciones- hasta que la patronal cedía, con un tope menor a lo exigido, pero lo adecuado para que las bases se conformaran. "...es lo que hemos podido conseguir... algo es algo..." era, en síntesis, el lenguaje para justificar el acuerdo. Entre lo conseguido y lo que originalmente se exigía, quedaba una compensación "para el gremio"... y, claro, para los dirigentes. Así inauguró una nueva etapa de una vieja práctica, y que desde entonces se instaló en hábito delictual de alto vuelo hasta que se convirtió, para la sociedad, en una norma permisible.

Uno de los retruques a la medida en que se centró parte de la respuesta del gobierno nacional, fue de que era un paro político. Y claro que lo era, porque toda huelga general es una manifestación política, pero no alcanza para descalificarlos ni poner en la picota a sus impulsores, porque de lo que se trata es de desentrañar el objetivo primero y fundamental al que apuntan. Y entonces, memoria de por medio, retrotraemos la historia a aquel Cordobazo del mayo de 1969, una versión de la Comuna de París -al menos aproximadamente- según el protagonismo popular y el antagonismo con el poder dictatorial de aquel entonces.

En la Comuna de París, tras la revolución del 18 de marzo de 1871 y hasta el 28 de mayo del mismo año, el proletariado toma por primera vez, en la historia mundial de todos los tiempos, el poder. En aquel Cordobazo del 69, estudiantes y proletarios, durante dos días tomaron el control y el poder total de la capital de la docta, y desde los barrios enfrentaban a la policía, a la que sobrepasaron y tuvo -la policía- que retirarse a los cuarteles. Gran parte de la población no solamente apoyaba solidariamente sino que también participaba en los enfrentamientos. Finalmente, apareció el ejército para abortar una gesta, que aún vencida, fue disparadora de gestas similares que se conocieron como el Rosariazo, el Mendozazo y otras. Y claro fue una movilización y paro político e ideológico, porque se peleó con todo contra la esencia del capitalismo, o sea el terrorismo de Estado y su súper estructuras, como lo son las fuerzas armadas, y consecuentemente, las fuerzas llamadas de seguridad, como asimismo el oscurantismo y fundamentalismo religioso y el poder económico-financiero de las corporaciones y los monopolios extranjeros. Y el imperialismo yanqui.

Y también fue un paro político el que motorizó la CGT el 30 de marzo de 1982, por paz, pan y trabajo contra una dictadura en plena decadencia, la que como las brazadas del ahogado, se lanzó a la aventura de Malvinas dos días después. En verdad, fue parte del genocidio de la dictadura. Ese día 30, aquí en Mendoza, las columnas de los manifestantes que se movilizaban desde los barrios y departamentos aledaños, llenaron las calles de la ciudad y gritaban a las fuerzas represivas -militares y policías- que estaban apostadas en las bocacalles "...asesinooos...asesinooos…", sin que reaccionaran. Años después, en muchos cuarteles se admitía lo que había dicho un general: "...la derrota de Malvinas no fue la que ocasionó nuestra derrota en el poder... fue la lucha sin pausas de los organismos de derechos humanos, acompañados por gran parte del pueblo..."

Y paro político e ideológico fue el que decretó la CGT aquí en Mendoza en 1958, una huelga general nacional, que prosiguieron después, durante un par de meses los gremios petroleros, del gas y luz y fuerza, porque la medida lo fue en oposición a las tratativas entreguistas del petróleo por el gobierno frondicista con los monopolios yanquis. Y fue histórica porque fue una huelga general abarcativa a todo el país por un organismo, como la CGT provincial. Es que el movimiento obrero mendocino, no obstante que entró en receso por la intervención militar gorila del 55, inmediatamente se lanzó a la lucha por la recuperación y normalización de los sindicatos y la organización cegetista locales, que se consiguió ya en el 1957, fenómeno único en el país, un logro político-ideológico pues lo fue por la alianza entre las conducciones que respondían a la militancia peronista y comunista, que ya tenía vigencia con la agrupación nacional que se denominó "las 62". Ello fue consecuencia del rompimiento de un congreso nacional cegetista que se realizó durante la dictadura para "normalizarlo" y que estaba bajo la égida del marino capitán Laplacé. El objetivo era una normalización que culminara con una organización obrera -la CGT nacional- con rasgos antiperonistas. Por la fractura, quedaron dos grandes grupos, las 62, por precisamente estar compuesto por 62 gremios, tanto peronistas como comunistas, y una segunda fracción, las 32, por gremios que tenían una pátina ideológica socialista.

Es de notar que los objetivos de estos movimientos proletarios, estos paros nacionales, siendo políticos, eran también ideológicos pues por sus objetivos apuntaban a combatir aspectos de la estructura del Estado atentatorio a sus intereses. Es decir, al mismo sistema capitalista.

Lo de Moyano y Barrionuevo no se necesita mucha agudeza para perfilar, sin temor a equívocos, que los objetivos responden al patrón económico-social que marcan los enemigos reales de la clase trabajadora En ninguna de las peroratas se escuchó la mínima mención de reproche a las patronales, a los monopolios, al sistema bancario, a la complacencia del poder real con las mafias narcopoliciales. Menos al imperialismo, a la Europa decadente de la social democracia, testaferra de los yanquis.

Especulación electoral o defección ideológica, o antikirchnerismo visceral, la izquierda trotskista convertida en la izquierda de la burocracia sindical, de los Moyano y Barrionuevo.

La Quinta Pata

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