domingo, 25 de mayo de 2014

Inspección ocular: tras los rastros del pasado

En tanto medida procesal, los miembros del Tribunal dispusieron la inspección ocular de espacios mencionados por testigos y querellantes. La revisión incluyó las antiguas oficinas del Juzgado Federal, la Compañía de Comunicaciones del Ejército y dos dependencias de la policía de Mendoza: el D2 y la Comisaría 7ª. En todos los espacios hay elementos que sobrevivieron al tiempo en los que se anclan las evidencias de lo que allí aconteció.

El viejo Juzgado Federal

El 9 de mayo se realizó la inspección ocular del espacio que ocupaba el Juzgado Federal en la etapa de la Dictadura, sito en la esquina de Las Heras y 9 de Julio de nuestra ciudad. El Tribunal en pleno y las partes acompañaron el reconocimiento del lugar, actualmente en estado de abandono, mencionado una y otra vez por testigos, víctimas y familiares que deambularon por sus oficinas en busca de una señal de la Justicia, por entonces negada.

Las Heras 146 (casi 9 de julio), antiguos Juzgados Federales
(Foto: gentileza de Axel Lloret- Edición UNCuyo)
En este caso, para la inspección fue citada Luz Amanda Faingold, testigo y querellante, quien fuera detenida el 28 de agosto de 1975 en el marco de un procedimiento contra un grupo de militantes de la OCPO (Organización Comunista Poder Obrero) realizado por el D2 con orden judicial. Luz consiguió retroceder más de 38 años, ubicarse en la vieja oficina y reconstruir la escena en la que el juez Miret la interrogó a los gritos después de haber sido abusada y torturada en las celdas del D2. Por entonces, el Magistrado la mantuvo incomunicada, a pesar de sus 17 años, infringiendo la Ley de Patronato que preveía la entrega de la menor a sus padres; con altanería, ratificó la detención. Como si fuera poco desestimó las torturas, a pesar del estado de deterioro en el que se encontraban las y los detenidos; soslayó investigar los ilícitos cometidos contra el grupo y particularmente contra la adolescente, a pesar de que su compañero, León Glogowski, denunció los ataques sexuales de los que fue objeto en el D2.

El recorrido y relevamiento del viejo Juzgado Federal fue acompañado por dos empleados que, por entonces, trabajaban en el edificio en desuso, quienes completaron la información sobre sus dependencias.

Fernando Rule, uno de los compañeros que colaboró en el reconocimiento.
Departamento de Investigaciones 2 (D2) de la Policía de Mendoza.

En la mañana del 14 de mayo, con la presencia del Juez Raúl Fourcade y de representantes de la querella y defensa, así como el Fiscal Dante Vega, se habilitó el ingreso al D2, ubicado en el sector norte del Palacio Policial sobre la calle Virgen del Carmen de Cuyo. A las dependencias se ingresa por una playa de estacionamiento donde desembarcaban los secuestrados.

Casualmente, treinta y ocho años atrás, otro 14 de mayo pero de 1976, fueron arrojados a ese centro de detención y tortura un grupo de militantes de la Juventud Guevarista; dos sobrevivientes, Graciela Leda y Eugenio Paris, orientaron la inspección ocular dispuesta por el Tribunal, justo al cumplirse un aniversario de su detención. En ese mismo operativo fueron atrapados sus compañeros, Virginia Suarez y Daniel Moyano, que hasta el presente se encuentran desaparecidos. También colaboró en el reconocimiento Fernando Rule, detenido en febrero de 1976, en un operativo contra delegados y militantes sindicales, próximos a la JTP (Juventud de Trabajadores Peronistas) corriente anti burocrática cercana a Montoneros. Los y la sobreviviente respaldaron el reconocimiento con relatos referidos al horror vivido.

La distribución del D2 sufrió algunos cambios; tabiques tipo Durlock generaron nuevas oficinas y modificaron su geografía original; sin embargo siguen intactas las señales del ayer, permanecen algunas celdas que cierran pesadas puertas metálicas con un mirilla que se abre y cierra desde afuera, donde eran incomunicados los detenidos. Los peldaños oscuros de la estrecha escalera que conectaba las celdas con la tortura permanecen indemnes.

La comitiva guiada por la y los ex detenidos recorrió los pasillos, los calabozos -que hoy hacen las veces de archivo- y descendió al subsuelo donde funcionaba la sala de tortura, reciclada en la oficina de comunicaciones. Todo ceñido, apretado, irrespirable como si la fatal historia de ese lugar enrareciera el aire hasta el ahogo.

La tarea demandó un par de horas; a la salida, el Juez Raúl Fourcade, evaluó la medida como positiva.

Compañeros presentes en el Reg. Comunicaciones N° 8
Ejército: Base de Apoyo Logístico / Compañía de Comunicaciones

En la fría mañana del 21 de Mayo, el Juez Raúl Fourcade, en representación del T.O.F. nº 1, realizó la Inspección del predio del Ejército que comparten la Base de Apoyo Logístico (Mendoza) y la Compañía de Comunicaciones 8, denunciado como Centro Clandestino de Detención y Tortura (CCDT).

La revisión ocular del Tribunal, acompañado por representantes de las partes intervinientes en la megacausa, fue guiada por Daniel Tagarelli, Oscar Guidone, Luis Toledo y Mario Gaitán, quienes permanecieron detenidos en este lugar en diferentes épocas.

Los cuatro coincidieron en señalar que se erigían tres barracones donde ahora hay una improvisada playa de estacionamiento. Aún quedan como rastros, una base de cemento y los escalones que, recordaron, debían bajar para ser trasladados a la tortura. El espacio estaba rodeado por un alambrado y, de a tramos, se emplazaban ametralladoras que garantizaban la custodia, al mejor estilo de los campos de concentración.

El Juez Fourcade tomó juramento a los sobrevivientes y permitió que se explayaran. La medida procesal contó con la particular presencia del Comandante de la VIII Brigada de Montaña, Gral.de Brigada Marcelo Carlos Alberto Ocampo, máxima autoridad del Ejército en Mendoza quien escuchaba, atentamente, los relatos de los expresos.

Otra nota a destacar es que, según lo relatado por Daniel Tagarelli, detenido en noviembre de 1975, pasó por el D2 y días después fue alojado en el lugar junto al desaparecido Luis Moriña, antes del golpe de Estado del 24 de marzo; clara señal de la participación del Ejército en la represión ilegal aún en democracia.

La comitiva también recorrió un edificio por donde circularon algunos detenidos, hoy transformado en dormitorio de los soldados voluntarios, y finalmente se dirigió a una pequeña construcción, a los fondos del terreno, donde se instaló la sala de torturas en la central de radio, aislada del resto de las construcciones. Ésta también fue remodelada, un cielo raso de lona pintada, oculta los tirantes de donde colgaban a los presos para picanearlos.

Los testigos coincidieron en sindicar a Dardo Migno, ya condenado e imputado también en esta causa, como un personaje central en los apremios ilegales; además, señalaron a Peralta y Pagela con roles similares a los del entonces teniente del Ejército.

Las instalaciones hoy se muestran prolijas y apacibles, los interiores ataviados con planos y cuadros; como quien esconde la basura bajo la alfombra, nada, absolutamente nada, recuerda que en ese predio funcionó un centro clandestino de detención y tortura.

Los ex detenidos Ramón Córdoba, Mariú Carreras (ex esposa de Bravo)
y Pablo Seydell
Comisaría 7ma. de Godoy Cruz

La última inspección ocular, realizada el 22 de mayo bajo la lluvia, fue a la Comisaría 7ª de la policía provincial, que se encuentra frente a la plaza central de Godoy Cruz.

En esta ocasión, el Juez Raúl Fourcade recibió los testimonios de los ex detenidos Ramón Alberto Córdoba y Pablo Seydell, así como el de María Rosario (Mariú) Carrera, esposa de Rubén Bravo, quien fuera visto con vida, por última vez, en esta Seccional. También estuvo presente el policía imputado, José Antonio Lorenzo, mencionado por testigos como personal de esa comisaría en pleno terrorismo de estado.

Las instalaciones guardan correspondencia con los relatos de los exdetenidos, el hall de entrada, el patio, los calabozos, el portón lateral por donde desembarcaban los detenidos y los altos donde funcionaba la sala de tortura mantienen la vieja estructura aunque están refuncionalizados. Para la ocasión sin detenidos, los calabozos exhibían sobre sus paredes pinceladas, dedicatorias, inscripciones que son un fresco de la opresión vivida tras las rejas; aún hoy todo es gris y agobiante.

Tanto Seydell como Córdoba reiteraron los relatos realizados en audiencias de anteriores juicios. El ingrediente especial lo ofreció Lorenzo quien insistió en despegarse de la represión ilegal y lavar la honra de la Séptima, al insistir en su desconocimiento sobre lo sucedido en su interior. Más aún, en audiencia pública, el imputado negó que existiesen los ganchos desde donde sujetaban a los torturados; hoy los garfios no están pero, con toda claridad, se ven en las paredes los orificios redondos que indican que ahí hubo algo empotrado, precisamente en el mismo lugar indicado por los exdetenidos que sufrieron el tormento.

Mariú Carrera también recorrió el lugar, e insistió en denunciar que días después del secuestro de su esposo ella reconoció a un policía de la séptima que había participado del operativo. Entonces se dirigió a la Seccional para reclamar por Bravo; tal como acostumbraban, lo negaron enfáticamente.

Con la visita a la Comisaría 7ª concluyeron las inspecciones oculares previstas y se reinicia la etapa testimonial. El lunes 26, en el horario habitual, habrá audiencia en Tribunales Federales.

Fuente: http://juiciosmendoza.wordpress.com/

La Quinta Pata

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