domingo, 10 de agosto de 2014

Ñe'êndy

Ricardo Nasif

A principios del mes pasado, Sergio Urribarri, gobernador la Provincia de Entre Ríos, viajó al Paraguay para devolver a ese país los muebles del héroe nacional Francisco Solano López, que fueron usurpados por manos argentinas hace casi 150 años como botín de la “Guerra de la Triple Alianza” –según los vencedores- o “Guerra Guasú” –en la memoria de los guaraníes-.

"Esta devolución es lo que los argentinos podemos hacer hoy para mostrar que lamentamos mucho lo ocurrido y expresar nuestro respeto a la gesta de Solano López en el Paraguay, que es el mismo respeto que le profesamos a Artigas por su gesta en la Banda Oriental”, dijo el gobernador entrerriano en tierra paraguaya.

El próximo martes, en el Palacio de Gobierno de la República del Paraguay, nuestra presidenta Cristina Fernández de Kirchner hará la restitución formal del mobiliario al Estado hermano.

No es para nada menor que, en momentos en que la Argentina y América latina libran una difícil batalla contra los sectores más crueles del capitalismo financiero internacional, se realice en tierra guaraní un gesto concreto y simbólico de revisionismo y reparación histórica hacia un pueblo vecino diezmado por los ejércitos liberales de Argentina, Brasil y Uruguay, en la avanzada bélica promovida por el imperio británico entre los años 1864 y 1870.

Como nos enseña Felipe Piña, la Triple Alianza contra Paraguay o, mejor dicho, el liberalismo sudamericano contra la nación díscola, “… respondió más a los intereses británicos de acabar con un modelo autónomo de desarrollo como el paraguayo, que podía devenir en un "mal ejemplo" para el resto de América latina, que a los objetivos de unificación nacional y defensa del territorio proclamados por sus promotores”.

“Hasta 1865 el gobierno paraguayo, bajo los gobiernos de Carlos Antonio López y su hijo Francisco Solano López, construyó astilleros, fábricas metalúrgicas, ferrocarriles y líneas telegráficas. La mayor parte de las tierras pertenecía al Estado, que ejercía además una especie de monopolio de la comercialización en el exterior de sus dos principales productos: la yerba y el tabaco. El Paraguay era la única nación de América Latina que no tenía deuda externa porque le bastaban sus recursos”
, relata el historiador argentino.

La masacre del inmenso ejército aliado contra las inferiores –en número pero no en valentía- tropas paraguayas duró cinco años, lo suficiente para terminar con el 75% de la población de ese país y con el modelo de desarrollo soberano impulsado por los Solano López.

Tras la “victoria” uno de los principales líderes de la masacre, el Gral. Bartolomé Mitre, se enorgulleció en manifestar que "… En la guerra del Paraguay ha triunfado no sólo la República Argentina sino también los grandes principios del libre cambio (...) Cuando nuestros guerreros vuelvan de su campaña, podrá el comercio ver inscripto en sus banderas victoriosas los grandes principios que los apóstoles del libre cambio han proclamado".

Después de 150 años de aquel “triunfo de la libertad”, cuando el neoliberalismo imperial sigue dando renovada pelea para imponer sus intereses sobre el de nuestros pueblos, es justo entonces que mensuremos la dimensión histórica del gesto que va a realizar la Argentina esta semana en el Paraguay.

La visita de Cristina es consecuente con la posición que viene sosteniendo desde el comienzo de su gestión. En 2007, a pocos días de asumir, la presidenta calificó a la agresión imperial contra Paraguay como la “guerra de la triple infamia” y su gobierno designó a una unidad militar del ejército argentino con el nombre del Mariscal Francisco Solano López, en honor al héroe latinoamericano.

El diario La Nación, -coherente con las ideas y acciones de su fundador Bartolomé Mitre- cuestionó en su editorial esta decisión: “… La denominación de Mariscal Francisco Solano López a una unidad militar de un país cuya bandera el dictador pisoteó es tan absurda como inadmisible sería que Francia o Polonia llamasen Adolf Hitler a uno de sus regimientos”.

Como siempre los autoritarios, que en nombre del libre cambio promovieron y ejecutaron las peores atrocidades contra el pueblo durante más de siglo y medio, se animan a seguir banalizando la utilización de la figura del nazismo para atacar a quienes defendieron y defienden la independencia política y económica de nuestros pueblos.

Son los mismos mitristas con sus manos llenas de sangre quienes seguro también deben haber calificado al presidente Juan Domingo Perón como un nazi, cuando en 1954 devolvió al Estado paraguayo los trofeos ganados ilegítimamente en la matanza de la Guerra Guasú.

“Vengo personalmente a cumplir con el sagrado mandato encomendado por el pueblo argentino de hacer entrega de las reliquias que, esperamos, sellen para siempre una inquebrantable hermandad entre nuestros pueblos y nuestros países.”, dijo Perón entonces. Esta semana Cristina cumplirá nuevamente con el destino de la unidad y la paz americana.

Ñe'êndy –justicia- con nuestros hermanos.

*Facebook del autor: https://www.facebook.com/negro.nasif

La Quinta Pata

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