domingo, 30 de noviembre de 2014

Audiencia 54: Marcas indelebles

Se reabrió el debate con el testimonio de Heidi Tenenbaum, quien hizo una semblanza de su hermana Gisela, y recreó el último tramo de su vida. Por su parte, Norma Domínguez, prestó declaración por el secuestro de su esposo, Roberto Azcárate. Finalmente, Hilda Núñez brindó testimonio por su propia detención y la desaparición de su esposo, Juan Manuel Montecino.

Heidi Tenenbaum

A través del testimonio de Heidi Tenenbaum, se pudo conocer una síntesis de la corta e intensa vida de su hermana Gisela, actualmente desaparecida.

Las hermanas Tenenbaum tenían una estrecha relación en su infancia. Cada una respondiendo a su vocación, partieron hacia colegios de distinta orientación: Gisela a la Escuela Química de Las Heras y Heidi a una orientada en docencia. En 1975, la primera ingresó a la carrera de ingeniería en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). Ese año fue electa para presidir el Centro de Estudiantes, ascenso sorprendente que la colocó desde el inicio de su carrera universitaria en la conducción de un reducto “lleno de hombres”, resaltó Heidi.

También tempranamente, en el año 71 ó 72, formó pareja con Alfredo Escamez. Heidi marcó el 10 de febrero de 1976 como un hito en la vida de Gisela ya que la obligó a emigrar a San Juan junto con su compañero y la colocó, definitivamente, en la clandestinidad. Cabe recordar que, precisamente, en febrero del ’76, la represión lanzó un operativo contra miembros de la JP – Montoneros que resultó en el secuestro de 12 personas y el asesinato de Miguel Ángel Gil (causa ya tratada en este juicio). Desde ese momento los encuentros entre las hermanas fueron fugaces.

La testigo trazó una línea de tiempo de sus últimos contactos con Gisela. En primer lugar recordó la partida de su hermana. Luego describió su visita después de dar a luz a su primera hija. En octubre del ’76, tuvo un contacto telefónico en el que Gisela le anunció la caída de Escamez y, finalmente, recordó una reunión que mantuvieron con sus padres, en el domicilio de Heidi, en el Barrio Cano. Poco tiempo después, un grupo de tareas allanó ese lugar, lo requisó e indagó a la testigo sobre el paradero de Gisela.

Heidi destacó que para regresar a Mendoza, su hermana había cambiado totalmente su aspecto, había reemplazado su cabello largo y rubio por una melena corta, de color negro; había modificado el estilo de su vestimenta y estaba muy delgada y desmejorada. Recordó que en su huída, la desaparecida “pasó 15 días entre viñas” comiendo solamente uva y había tenido una hemorragia, presuntamente, producida por un embarazo. En el último encuentro familiar, la notó muy abrumada por el secuestro y desaparición de su compañero.

Por último, confirmó que para fin de año, Gisela había regresado a Mendoza y había sido albergada en casa de algunas amigas hasta que pudo alquilar una vivienda en Godoy Cruz, la misma que compartió con Ana María Moral y Juan José Galamba, hasta el momento de su desaparición.

El fiscal Dante Vega preguntó a la testigo si conocía a cada una de las víctimas del operativo de abril del ’76. Al desgranar los nombres, Heidi dijo haber mantenido una relación amigable con Nora Otín, su esposo Julio Pacheco y con Elvira Benítez, en razón de la proximidad, ya que los tres habitaban el departamento ubicado frente a su vivienda. Al respecto confirmó datos ya conocidos sobre el procedimiento que tuvo como víctimas a los antes mencionados. También dijo haber tratado a Billy Hunt y, especialmente, a su novia, Teresita Batiz, con quien trabó amistad.

Finalmente, Heidi, al referirse a lo sucedido el 8 de abril del ’77 señaló: “se evaporó”, refiriéndose a las desconocidas circunstancias en las que fue secuestrada Gisela Tenenbaum. “No sabía si tuve una hermana o me la había inventado”, dijo; tal era el nivel de incertidumbre y tribulación que generaron las desapariciones, sin rastro, de las personas. “Nunca se supo nada…, nadie pregunta por ella”, agregó.

Los integrantes de la familia Tenenbaum, a través de sus testimonios, han dado muestras de los fuertes lazos afectivos donde ha prevalecido el respeto, la libertad y la confianza, por encima de las diferencias en el ideario de cada uno de sus miembros.

Nueve días determinantes

Norma Susana Domínguez declaró sobre la detención ilegal de su esposo ya fallecido, Roberto Azcárate, acaecida en marzo de 1977. A través de la reconstrucción efectuada por la testigo se conoció que Azcárate fue secuestrado cuando estacionaba su vehículo en la vía pública. Fue trasladado al D2, donde fue torturado y recuperó su libertad después de nueve días de cautiverio.

Norma Domínguez afirmó que ella, su suegro -militar retirado-, así como los compañeros de su esposo en el Liceo Militar hicieron gestiones para dar con su paradero. “Preparate para cualquier cosa”, le dijo el cura Horn, capellán del Ejército, en una entrevista que sostuvo en el Comando de la VIII Brigada; mientras que en Tribunales Federales, alguien que la orientó en la presentación del Habeas Corpus, le señaló “puede salir sin vida”. Todas estas expresiones desmienten, una vez más, las afirmaciones de la Iglesia y la Justicia Federal en el sentido de que ambas instituciones desconocían lo que sucedía por aquellos días.

Al recuperar la libertad le extendieron un certificado en el que se consigna la detención de Roberto Azcárate, firmada por el Gral. Maradona, documento que consta en su expediente.

La testigo confirmó que su esposo compartió cautiverio con Ponce y Hanono. Agregó que hablaba poco de lo sufrido en el D2 pero que el hecho marcó su vida, su carácter se modificó desde aquella traumática experiencia.

Otra vez una bebé en el D2

Hilda Isabel Núñez fue citada para declarar sobre su propia detención y la desaparición de su esposo, Juan Manuel Montecino, baleado en un procedimiento en el que también desaparecieron Manuel Gutiérrez y María Eva Fernández, víctimas del operativo de abril del ’77.

La pareja Núñez-Montecino era oriunda de General Alvear, contrajo matrimonio y tuvo tres hijos. Una vez en Mendoza, Juan Manuel comenzó a estudiar en la UTN y a trabajar en la construcción junto a Bonoso Antonio Pérez, al que ella conoció como “Miguel”. Los tres compartieron la vivienda familiar en el departamento de Las Heras.

Cuando arreciaba la represión, a fines del ’76, la mujer decidió regresar a Gral. Alvear con sus tres hijos pequeños, Manuel de 3 años, Juan de 1 año y medio y Laura de apenas un mes. Pasados algunos días, el 31 de diciembre (algo después de la desaparición de Bonoso Pérez) la policía irrumpió violentamente en la casa, revisó el domicilio y se la llevaron detenida con los tres niños. Su suegro recuperó a los dos más grandes y ella fue trasladada con su beba hasta Mendoza. Una vez allí, la recluyeron en el D2 y la encerraron en un calabozo con su hija. Fue sometida a torturas mientras la interrogaban por su esposo y por “Miguel”, en tanto la bebita quedaba abandonada, sola en la celda.

Durante los primeros días en el D2 percibió que había otros detenidos, quienes pedían a los gritos pañales y leche para su beba, pero Hilda nunca supo quiénes eran.

Antes de su traslado a la Penitenciaría, el 19 ó 20 de enero de 1977, le hicieron entregar la nena a una tía que vivía en Mendoza. De la cárcel provincial fue trasladada, por 6 meses, a Devoto. Regresó a la Provincia para ser sometida a Consejo de Guerra y resultó absuelta a fines de 1978. En esa ocasión preguntó por su marido a los militares y le informaron que estaba prófugo.

Hilda Núñez no pudo recordar fechas a lo largo de toda la audiencia. Dijo que recuperó su libertad en febrero o marzo de 1979 y se reunió con sus hijos. El reencuentro fue alegre por verlos, pero por otro lado muy triste. “Mis hijos preguntaban por su padre y hasta hoy no sé nada”. “Si ustedes saben, ¿me pueden decir algo de él?” fue su pregunta directa al tribunal. El fiscal Vega le informó que el 9 de abril del ‘77 fueron secuestrados Manuel A. Gutiérrez, María E. Fernández y Juan Manuel Montecino de un domicilio de Las Heras, mientras ella estaba detenida.

Por último y ante el requerimiento de la fiscalía, Hilda pudo reconocer en una fotografía al desaparecido Bonoso Antonio Pérez, al que ella conocía como Miguel.

Las próximas audiencias están previstas para el lunes 1 y martes 2 de diciembre.

Fuente: http://juiciosmendoza.wordpress.com/

La Quinta Pata

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