domingo, 7 de diciembre de 2014

Armando Tejada Gómez y su cantata I

Eduardo Paganini (Baulero)

La dictadura llegaba al fin de su poder en la Argentina, y Armando Tejada Gómez – que regresaba desde el exilio– ponía en escena y en su provincia natal un espectáculo poético-musical: Tonada larga para el país del sol. El entonces joven Carlos Polimeni –devenido hoy en periodista múltiple de los medios de comunicación– redactaba esta original crónica del evento. Oportunamente hemos publicado en EL BAÚL material vinculado con este regreso de Tejada a Mendoza (http://la5tapatanet.blogspot.com.ar/2014/10/armando-tejada-gomez.html). Volvemos a dejar testimonio de nuestro agradecimiento a la sra. Olga Contreras, escritora mendocina, por su posibilidad de acceso a esta documentación.

Cuando su figura de Quijote de entrecasa asumió la escena del cine teatro City un poco estaba poniéndose el adjetivo final a una larga metáfora que nos regaló la historia, como maestra esencial de ires y venires.

Porque en el preciso instante en que una ovación despeinó las canas últimas de Armando Tejada Gómez ya no valieron ni años de silencio, ni los silencios de años: la vieja poesía, la que va de boca en boca, más allá de los deseos oficiales, había ganado por nocaut otra batalla.

La presentación de Tonada larga para el país del sol (cantata mendocina)[i] concretada el 15 de octubre, con la participación del viejo vate menduco -autor de los textos- y de Nacencia, dirigido por Daniel Talquenca -autor de la música- tuvo, más allá de sus valores artísticos un estricto peso circunstancial, proporcionado por un momento político por demás especial.

Por eso, cuando tras 17 años de ausencia, la voz de Tejada explotó sobre a sala casi llena, la belleza de su decir, el tono profético de su acento, fueron apenas anécdotas para un mensaje solo descifrable para quien calce palomas en la mente.

El espectáculo en sí supone un paseo a menudo histórico por rincones atelarañados de nuestro ámbito de vida. Una mención del título de las canciones sirve para recorrer la geografía lineal de la propuesta: Ya tiene un brote mi parra, Canto del cántaro, Tejendera de junco, Tonada del molinero, Canto Mayor al Aconcagua, Cueca del tomero, En Tunuyán hay un sauce, Muchacha del Oeste, Nueva canción contra el olvido y Serenata de los sueños.

Pero desde la enumeración del título de los temas, a penetrar en el intento conceptual que preside a la obra, hay una distancia tan sideral como la que separa a Tejada Gómez de la fácil poesía complaciente.

La propuesta es sencilla, como diría Baglietto: bucear con cariño en una historia regional que no figura en ninguna Historia Regional. Redescubrir al Molinero Tejeda (“que molía e/pan de la Patria”) cantarle a la virilidad del Aconcagua (“piedra del cielo/ profeta azul/ padre del riego/... Sur de la luz”) o atentar contra el olvido (“ha sido peligroso ser joven estos años”) significó un ejercicio de atenta lucidez, que el público asumió en dimensiones cabales.

Y después, apuntar al pecho de la esperanza y acribillarla a sueños hechos canciones, ya que “el sueño es un cogollo, desde donde el futuro no tardará en volver”. Ese es el sentido último que destila el poema largo que musicalizó Talquenca: encontrar un hueco desde donde mirar para abajo, reverencialmente, a la historia provinciana, pero para levantar luego la vista y saber que, al fin de cuentas, el cielo esté allí, inamovible azul.

La performance de Tejada Gómez fue antológica. Desde su calidad sin peros para interpretar -a veces con une magnificencia espartana, otras con un delirio casi actoral- sus propias cosas, hasta la inteligencia para dosificar su mensaje, el poeta demostró que la madurez le sienta mejor que el exilio.

Entre parte y parte del espectáculo, atento a los pedidos, e incapaz de decir no a la insistencia, Tejada brindó un pequeño recital -palabra nunca tan bien usada como aquí- en que paseó por distintos momentos de su fermento creativo, enmarcando a los poemas en una interminable capacidad narrativa, propia de aquellos viejos juglares del medioevo, poetas de la invención, cantores de la poesía.

Lamentablemente, la ocasión fue única -no sé si irrepetible- por cuanto T.G. viajó rumbo a la vida, y Nacencia se quedó en Mendoza donde intentará navegar por las aguas difíciles que le planteará el futuro, una vez que la experiencia decante, como deberá suceder.

Para el grupo, quedan los elogios para el esfuerzo casi inédito que significó poner la cantata en escena, y las críticas a los factores que atentaron parcialmente contra ella. Por ejemplo, la precariedad de los equipos de luces y sonido, que en buena parte fueron un real impedimento de la buena recepción.

En algún fragmento de la segunda parte, fue claro que las voces femeninas no se escuchaban, mientras la potencia de algunos de los varones -fundamentalmente, el excelente Walter Huertas- disimulaba parcialmente “el quedo” cuya responsabilidad directa es de los propios intérpretes e indirectamente del responsable de la sonorización.

El tema de la proyección de diapositivas también pudo ser mejor resuelto, aunque aquí no hubo problemas técnicos, sino, tal vez, alguna falta de vuelo en la elección de ese complemento para un espectáculo que no lo hubiese necesitado fundamentalmente de haber contado con un muy buen equipo de luces.

Globalmente, el espectáculo dejó satisfecho a los exigentes. Nacencia representa una posibilidad coral por demás interesante, y las ganas de trabajar que se advierten detrás de toda su formación pueden proveer a Mendoza de muchos otros momentos para los elogios más encendidos.
De Tejada Gómez, está, desde antes, todo dicho, a favor o en contra. En ejercicio irreprimible de su libertad, el poeta ya está más allá del bien y del mal, o de los furores de los funcionarios que se turnen en el poder. Porque el río pasa y las montañas quedan, y yo me río de los que pretenden mover montañas con decretos.

Fuente: Carlos Polimeni, Tonada larga para el país del sol en Revista La Lupa, Mendoza, noviembre de 1982, Año I, Nº 2.


[i] Para mayores detalles se puede consultar http://www.tejadagomez.com.ar/obra/discos/11.html.

La Quinta Pata

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