domingo, 1 de febrero de 2015

Ismael Sosa: Otra muerte más en manos de la policía

Évelin Torre

El día 29 de enero llegó la noticia que nadie quería: Ismael Sosa, el joven que había ido a ver el recital de La Renga en Córdoba, fue hallado muerto en el Lago Embalse. Fue visto por última vez en la entrada al show, el pasado 24 de enero, y quienes lo vieron relataron que fue ferozmente golpeado por la policía de esa provincia.

Facundo, hermano de Ismael, relató que el sábado pasado cuando éste estaba ingresando al predio del lugar donde se iba a realizar el show, la policía lo paró en el primer control. “Lo saco de la fila la policía. No lo dejaron entrar y lo golpearon. La gente lo vio tirado en la entrada todo golpeado”.

Ismael iba acompañado de su novia, que sí pasó el control de ingreso, y al mirar para atrás no lo volvió a ver. Los buscó por todos lados. Fue a hospitales y comisarías, pero no pudo dar con su paradero. Desesperada lo esperó en el micro en el cual habían llegado juntos y volvió a Buenos Aires con la esperanza de que se haya vuelto por otros medios. Ismael nunca volvió.

Una vez enterado de la noticia, el día martes, Facundo viajó a Córdoba. Según sus declaraciones, la policía estaba nerviosa y hubo irregularidades en la toma de declaración, incluido un falso fiscal. Nancy Sosa, la mamá “del Isma”, como lo llaman sus amigos, inició una convocatoria desesperada por distintos medios y redes sociales.

El día jueves sus amigos convocaron a una movilización en el Obelisco porteño durante la cual llegó la peor noticia. El cuerpo sin vida de Ismael, había sido “encontrado” ahogado en el lago de Embalse.

Ismael Sosa no es un caso aislado en el mundo del rock. Se suma a la historia de Walter Bulacio (asesinado en un show de los Redondos) y Rubén Carballo (asesinado en el regreso de Viejas Locas). El factor común: el rol de la Policía.

De acuerdo a la CORREPI (Coordinadora contra la represión policial e institucional), desde diciembre de 1983 ya son 4.321 asesinados por el aparato represivo estatal. ¿Las edades de las víctimas? Alrededor de un 70% de esos casos, corresponden a jóvenes entre 14 y 25 años de edad y la mayoría de ellos provienen de familias pobres.

Las cifras son alarmantes y hacen pensar: ¿Realmente, no hay una contradicción lógica en los reclamos que piden más policías en las calles para una mayor seguridad? ¿Hasta cuándo la policía seguirá arrogándose la facultad de aplicar esta suerte de “pena de muerte” a jóvenes cuyo único ”delito” es ser pobre?

Los cuatro mil pibes pobres asesinados por la policía merecen verdad y justicia. Toda la generación de pibes pobres merece el derecho a vivir con dignidad.

La Quinta Pata

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