domingo, 1 de febrero de 2015

Todos somos... Todos Nosotros

Carlos Almenara

La muerte del fiscal Nisman ofreció al grupo Clarín y al resto de los medios hegemónicos una nueva posibilidad de poner en acto su estilo de comunicación. La veracidad subordinada a su proyecto político, el nudo del guión Magnetto radica en el modo en que se construye una comunidad cualunquista que (en la imaginación del golpista) expulsa a Cristina de la Rosada mediante piedrazos y cacerolas.

Esto, que sistemáticamente intentan desde 2008, ha vuelto a fracasar y constituye una nueva proeza del pueblo argentino, ese pueblo que tiene en su seno reservas increíbles.

Sólo hay hipótesis sobre la muerte del fiscal, una muerte que evidentemente perjudica al gobierno, sin embargo la cloaca mediática ha construido un mensaje de imputación al gobierno nacional implícito y explícito. En el marco en que lo hace prefigura la violencia que luego se ve en algunos cacerolos que declaran “la culpabilidad de Cristina”.

Semejante cadena de hechos es inédita en nuestra historia y pido al lector que haga un efectivo recorrido mental por todos los gobiernos a lo largo de nuestra historia. Nunca se pudo mentir tan alevosamente en una maniobra tan ostensiblemente desestabilizadora. Siempre los que lo intentaron tuvieron dos destinos posibles: terminaron presos cuando les falló el complot o se hicieron con el gobierno en un período mucho más breve de tiempo. Ahora llevamos más de cinco años de complot permanente. Y están todos libres. Siguen hablando. Y son dueños de los principales medios.

Asistimos a un evento radicalmente distinto de la libertad de prensa o de la libertad de expresión. Libertad de expresión no hay en los medios hegemónicos, la libertad de prensa (de empresa en los términos de Jauretche) es total, pero lo que hay también es libertad de sedición, hecho inédito del que hay que tomar nota y recaudos.

Es paradójico cómo el kirchnerismo, que no lo reivindica especialmente en su plexo axiológico, ha sido el movimiento político más prístino y enfático en el respeto a las libertades individuales y al resguardo y ampliación de los derechos políticos. Ojalá las oposiciones que se dicen del “palo” liberal hagan suyo este piso y no como otras veces en Argentina, libertad para que las multinacionales opriman a los trabajadores y palos a los que se quejan.

En “El faneróscopo de Eliseo” intento describir cómo funciona el mecanismo semiótico con que el grupo Clarín construye un “nosotros”. Todos Nosotros, el eslógan de TN, no es un azar, no está elegido por su estética. Refleja el corazón de la construcción de una comunidad autorreferenciada, constituida por subjetividades individualistas, encapsuladas en el núcleo familiar a lo más, y conectadas con el prójimo a través de la tele (y de otros medios, todos los cuales Clarín tiene disponibles). Como decía Eliseo Verón la televisión ya no es sólo “una ventana al mundo”, no es tampoco ese universo autorreferencial en que el programa de la tarde habla de las cosas del de la noche. Ahora es más que todo eso. Ahora la tele es también la que construye “mi comunidad”, “mi mundo”. Verón, no casualmente el consultor de Clarín.

Ahora la tele construye también “mi comunidad”, esa que toma carnadura cuando en la verdulería, la vecina pregunta “¿hasta cuándo?”, “ya no podemos seguir...”, y ahora, “y... lo mataron al fiscal”. Y con eso hace vínculo con el verdulero. Y con la otra vecina de la cola. Y la vecina se siente una heroína. Imposible estar más integrado al colectivo, imposible pensar en una acción más protectora para la “gente de bien”.

El grupo Clarín ya ha demostrado que no se priva de usar ningún recurso. Ya lo demostró cuando se quedó con Papel Prensa en una mesa de torturas impulsando la dictadura. Lo demostró cuando no ha tenido empacho en hacer inteligencia sobre jueces y funcionarios desde el edificio del mismo Papel Prensa como descubrió el ex Secretario de Comercio, Guillermo Moreno. Lo demuestra sistemáticamente con la pléyade de jueces que tiene coaccionados y le fallan sistemáticamente a pedido. Con los legisladores y “presidenciables” que hacen cola para asumir la representación de sus intereses.

De muchos modos puede interpretarse la realidad. Una perspectiva con mucho asidero y que da motivos para un enorme optimismo es festejar esta proeza del pueblo y la militancia que ha impedido por tanto tiempo el triunfo de este tipo de “golpe blando”. Y ojalá sea un festejo que al lector lo convoque a la acción.

La Quinta Pata

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