lunes, 9 de agosto de 2010

La trampa opositora (2ª parte)

Beto Lanatti

(1ª parte: La trampa opositora)
Partamos de la premisa de que podemos sintetizar que el 82% móvil en los haberes jubilatorios es una reivindicación histórica del sector pasivo.

Visto así, no dudaríamos en adherir a semejante consigna, pero es necesario, primero, responder algunos interrogantes: ¿qué es el 82% y la “movilidad”?, ¿qué es un sistema previsional? y ¿cómo se sostiene financieramente?

El 82% responde a la hipótesis de sostener durante el período de pasividad el mismo nivel salarial que en la etapa activa de los trabajadores. Es decir, que el haber jubilatorio se calcule en base al 82% del sueldo de quienes se mantienen en actividad.

La movilidad de las prestaciones se refiere a que ese haber sea ajustado en los mismos porcentajes que se incrementa el salario del trabajador activo en ese mismo cargo o función.

Para que este sistema se financie de manera genuina (solo con aportes personales y contribuciones patronales) debe producirse una relación de cuanto menos cuatro trabajadores activos aportantes por cada jubilado.

Hasta aquí, podemos deducir fácilmente que el sistema previsional está indisolublemente ligado al mundo del trabajo ya que si el número de jubilaciones y pensiones crece a la vez que disminuyen los trabajadores activos, la relación que posibilita el financiamiento del sistema se desmorona.

Esa ruptura solo supone dos caminos: reconvertir el régimen previsional, transformándolo en otra cosa, o buscar vías de financiamiento no genuinas.
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Cabe recordar que esa relación se fracturó hace ya más de 40 años y solo algunos regímenes provinciales pudieron sostenerse algún tiempo más, pero acudiendo a financiamiento extraordinario, vía presupuestaria o tributaria.

El nunca bien comprendido “modelo neoliberal” produjo un nivel de desocupación que dejó a la cuarta parte de los trabajadores sin empleo. Situación a la que si añadimos la subocupación, los incrementos salariales sin aportes, la rebaja de las contribuciones patronales y la evasión previsional, hacen insostenible una relación adecuada entre haberes pasivos y salarios.

Ese mismo “modelo” que la actual oposición elevó a su máximo esplendor, aniquiló el sistema previsional con la creación de la “jubilación privada”: una estafa de dimensiones excepcionales.

En síntesis, replantear hoy el sistema previsional público, estatal y solidario implica necesariamente pensar en políticas de pleno empleo, en un régimen salarial con aportes efectivos, en incrementar las contribuciones patronales, en eliminar la evasión previsional; pero además, obtener financiamiento mediante un sistema tributario progresivo consistente en gravar la renta de los sectores que se enriquecieron con aquel modelo que destruyó el sistema. ¿Sería justo, no?


Río de Palabras, edición aniversario, 29 – 07 – 10

La Quinta Pata

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