Viviana Demaría y José Figueroa
Siempre,
Llega hasta el salón principal
Donde está el motor
Que mueve la luz
Y siempre allí
Hace su tarea mejor
El reparador de sueños
Silvio Rodríguez
Alguien instituyó nuevamente el derecho a soñar entre los argentinos.
Nosotros lo sabemos. Otros no.
Será porque los sueños son parte fundante de la condición humana. Sueñan nuevamente padres y madres esperando a los hijos por venir. No sueñan en vano las abuelas esperando reencontrarse con sus nietos. No es un absurdo que los viejos sueñen también el futuro. Tampoco que les pase eso tan vivificante a los jóvenes.
También sueñan los pueblos con el porvenir. Porque nadie sueña solo.
Pero cuando los sueños son heridos, o trocados por una pesadilla el universo entero se duele.
Allí es cuando se vuelve urgente la presencia de aquellos que se disponen a trabajar en la reparación de los sueños rotos. Y la tarea ineludible para ello es el amor, mal que les pese a los oligarcas.
Cierto es que tanto Eros como Tánatos conviven en el corazón humano. Y no lo hacen pacíficamente, claro está. Su pugna sacude la existencia de modos impensados.
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1 comentario :
Gracias por ponerle palabras a un sentimiento tan profundo que ha logrado enmudecerme
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